"Por donde empezar a ser docente"

 

La institución escuela y sus miembros los docentes siguen conservando un lugar de credibilidad. Las investigaciones sobre la opinión social muestran que a pesar de todo este entorno turbulento y desmembrado, la escuela preserva todavía la posibilidad de ser un espacio confiable. Las encuestas ponen en evidencias que a diferencia de otras instituciones, de otros sectores sociales, la escuela es una de las pocas instituciones en la que aun se puede confiar.

La expresión que resume y caracteriza este momento que transitamos es: crisis de confianza.

La palabra crisis puede tener por lo menos dos sentidos o significaciones: uno positivo y otro negativo, en lo positivo podemos decir que sirve como oportunidad de crear algo nuevo, como posibilidad de rever cuestiones importantes, como garantía de cambio. En este sentido la crisis significa “deseo de salir”, riesgo, desafio, accion, protagonismo.

Se instalado un estado de desconcierto y deslumbramiento de la personalidad social que dificulta y oscurece la posibilidad de pensar por donde empezar a construir la confianza. Esto remite necesariamente a la brusquedad de alguien con quien y en quien confiar. La misma palabra confianza supone “otro” que responda por uno en una relación de “mutuidad”.

La confianza, tener confianza en y/o confiar en, conduce a la construcción del lazo social de las relaciones con el otro que es el fundamento primero de la condición humana.

Esto lleva a la necesidad de otro para ser uno mismo.

La formación docente se presenta como un campo impostergable para confortar posturas, debatir opiniones, encontrar camino que orienten a los formadores de formadores y a los sujetos en formación a dar nuevos significados a sus funciones. No se puede ignorar que en el campo de la formación docente aparecen procesos diversos y complejos que transcurren, se modifican, cambian en el tiempo y en un tiempo casi fugaz.

Estas perspectivas nos enfrentan a la escuela como institución a cargo de sujetos capaces de contraer responsabilidades para responder por ella como tal. La idea de responsabilidad de vincula a la de poder. Los docentes tienen el poder y la responsabilidad de enseñar, tienen el derecho y el deber de enseñar como la dos cara de una misma moneda.

Se necesita además convicción, involucrarse en y con la tarea de enseñar. Ser docente es un oficio…..una profesión que tiene a su cargo formar a los futuros ciudadanos con conciencia ética como seres libres y con sentidos común que piensen sin perjuicio, que usen el entendimiento y que puedan ponerse en el lugar del otro.

 

El docente y la política.

Pensar el rol docente desde la perspectiva política no significa reducirlo a ser un mero crítico o cuestionador de las injusticias de la realidad social.

La crítica no alcanza si no va acompañada de una alternativa y apuesta a un futuro mejor.

El docente no ocupa un lugar neutral, ni esta en un ámbito neutral si se concibe a la educación en general y a la escuela enparticular desde una perspectiva transformadora de lo social.

La escuela, contexto donde opera el docente, no es un campo neutral sino por lo contrario es una micro sociedad y como tal un lugar donde se instala una fuerte lucha de poderes entre los distintos sectores que convergen en ella.

 

El docente y la diversidad

El docente no puede perder nunca de vista que lo diverso, la diversidad es inherente a los seres humanos. La diversidad nunca falta a clase. Tiene asistencia perfecta. La escuela es un lugar privilegiado por excelencia para el trabajo con la diversidad: diversidad de ritmo, estilos de aprendizajes, intereses, motivaciones, sentidos que a veces, se tornan divergentes y son fuentes de conflictos.

Otro aspecto de la diversidad son los nuevos discursos relacionados con la inclusión de los alumnos con necesidades educativas especiales.

El concepto de NEE pone el acento en lo que la escuela “puede hacer “para compensar las dificultades del alumno. Subyace a esta concepción la idea de que las dificultades de aprendizaje tienen un carácter interactivo en el sentido de que depende tanto de las características de personalidad de los alumnos como de las respuestas educativas que se la ofrecen.

Asimismo romper con la concepción de que toda diferencia implica un déficit asociado las más de las veces a la noción de la patología es otro de los grandes escollos a derivar.

 

El docente y la enseñanza

La tarea central de todo docente es la enseñanza de guiar, de orientar. Consideramos la enseñanza como “el andamiaje”, los apoyos, los puentes que el docente debe crear para permitir al alumno la apropiación del conocimiento, de aprender con los otros y de los otros, en el juego de las múltiples interacciones simétricas y asimétricas.

Se trata de hacer explicito que tanto la subjetividad de los alumnos como la de los docentes se comprenda desde esta perspectiva.

 

El docente y la investigación

En este punto consideramos fundamental la actitud de curiosidad y la capacidad indagatoria del docente. Entendemos la tarea de la investigación el contexto de la enseñanza como la recuperación del sentido etimológico de la palabra. Investigar: deriva de in-vestigium- expresión latina que significa ir detrás de las huellas, es decir llevar adelante un proceso de búsqueda.

En este sentido desmitificamos la investigación como actividad puramente académica y nos referimos a una reflexión permanente en sobre y con relación con su propia práctica y el rol docente.

 

El docente y la introspección

La introspección pone en juego la capacidad para autoanalizarse.

La tarea de formar personas inherentes a la función docente, implica que este pueda reconocerse a si mismo como persona, proceso que necesariamente se relaciona con el nivel de autoestima y la capacidad de autocrítica.

La tarea introspectiva también supone una laboriosa reflexión personal sobre los propios sentimientos de impotencia-omnipotencia exacerbados particularmente en este momento histórico en la escena escolar.

 

El docente y el trabajo grupal

La escuela es un escenario privilegiado, legitimado para aprender a trabajar junto con otros como la forma subsidiaria para la apropiación de los conocimientos. Es allí donde se desarrolla tanto la conciencia de construcción social del conocimiento como la de participación.

No desconocemos que en todos los grupos humanos se dan cuestiones de poder y ésta dinámica es intrínseca a la escena escolar. Pero vale la pena diferenciar el poder como potencia que considerar al otro y atiende las necesidades y deseos del otro, de aquel poder que intenta dominar al otro para transformarlo no en un sujeto, sino en un mero objeto de capricho de su dominio. Cuando las cosas funcionan bien, hay un doble eje de poder: el poder vertical, que es el poder entre padres e hijos; entre docentes y alumnos, entre gobernantes y pueblo, y un poder horizontal, entre hermanos, entre pares, que implican redes de apoyo y solidaridad fraternos.

Queremos decir que para que el docente pueda promover un genuino trabajo grupal tiene que tener el mismo la oportunidad de poder transmitirlo.

Estamos planteando aquí entender al maestro como propiciador de la formación de ciudadanos libres, críticos, responsables, con capacidad de automejoramiento.

Creemos que el fin de la educación es acompañar, favorecer a toda persona en crecimiento para que pueda desplegar al máximo todas sus potencialidades como ser humano y social.